Flor silvestre en la Fundación César Manrique


Nuevamente me levanto, ya descansado, y después de un buen desayuno, me arranco a pedalear hacia la siguiente meta, que es llegar a Playa Blanca, al sur de la isla.

En la primera parte, una subida suave de unos 6 kilómetros, llego a Soo. Es curioso, los nombres de algunas poblaciones son muy cortos como Soo o Ye.


Una campesina del lugar me permite tomarle una foto. Tiene los rasgos típicos de "la gente de antes".

Sigo avanzando y al llegar a cada pueblito me sorprende la blancura de las casas (todas son blancas) y el verde de de puertas y ventanas. Me dicen que esto fue una imposición del artista César Manrique, que tanto quiso a su isla. La blancura es extraordinaria y resalta contra el suelo, muy negro, volcánico, que las rodea.

En estos suelos, curiosamente, me dicen que se puede cultivar pues bajo la primera capa de lava negra yace un segunda capa muy fertil. El rocío de la noche mantiene húmeda, permanentemente, ese subsuelo. ¡Todo un milagro de la naturaleza!

Después de algunos kilómetros más, en carreteras casi desiertas, paro un rato a contemplar y fotografíar una casa con la palmera datílera tan típica de las islas.
A partir de un cierto punto, el paisaje es totalmente "lunar", la antigua erupción de volcanes cubre por completo el terreno por kilómetros. Llego, un tiempo después al museo del parque nacional de Timanfaya, que tiene un interesante exposición sobre el vulcanismo en la isla. La última explosión ocurrió en 1824, cuando Simón Bolívar andaba cabalgando por las Américas.
Van pasando las horas ya tengo un hambre feroz pero por estos lados no hay sino lava, lava y más lava. Un paisaje realmente espectacular por lo extraño de la lava congelada y también porque de vez en cuando, una pequeña mata trata de sobrevivir en este sequísimo y árido lugar.
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Una vez cruzado el punto más alto, a unos 600 m sobre el nivel del mar, que es donde comencé el recorrido de hoy, me voy deslizando hacia mi destino, que aún queda a unos 30 Km. Paso por el pueblito de Yaiza y sigo directamente hacia Playa Blanca. Una hora y pico después llego, un final feliz, cansado pero contento de haber llegado a la meta.

Playa Blanca es un lugar muy turístico, con grandes hoteles pero también con buenas pensiones y habitaciones de alquiler. Consigo un, en pleno pueblo, a a 100 m del malecón y allí me quedo dos días, pues el ferry de Fuerteventura no sale sino hasta dentro de tres días.

Desde el malecón se ve, a plena vista, la costa norte de Fuerteventura. Los ferries de Armas entran y salen varias veces al día. Pasear por el malecón, entretenerse viendo los miles de artículos para turistas, comer y beber a gusto (y a buen precio) me ocupan lo dos días siguientes.

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Viaje a Fuerteventura

Llega el momento de tomar el ferry, rumbo a Cooralejo, a 13 Km. Un viaje cortito, que apenas da tiempo de subir a la cubierta y bajar. Piso Fuerteventura y ya desde el primer momento se nota la diferencia. Aquí no hay lava, sino arena. Arena, arena y más arena por todas partes. Un paisaje muy monótono, con playas magníficas, grandes hoteles cerca de la orilla, con una buena carretera. ¡Pero con el viento en contra! Son apenas unos 30 Km a recorrer entre Corralejo y Puerto del Rosario, donde mañana tomaré el ferry de vuelta a Tenerife. ¡Pero que 30 Km, amigos! El viento te impide pedalear, te saca de la carretera (bien peligroso) y con dificultad se puede hacer 6 o 7 Km por hora. Descanso a medio camino y hasta duermo una siesta, después de un buen almuerzo. Y por fin, cinco horas después de salir de Corralejo, llego al Puerto del Rosario, capital de Fuerteventura.
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La ciudad se ve pobre, con pocas edificaciones, con mucha arena incluso en las calles laterales sin pavimentar, un lugar muy distinto a Playa Blanca. Bueno, una noche más en una pensión modesta pero muy limpia, una cena de pescado frito (sardinas) que estaban riquísimas y a esperar a mañana, cuando tome el ferry de vuelta.

Regreso a Tenerife

El regreso, un montón de horas, se hace un tanto largo. Vamos navegando paralelo a la costa de Fuerteventura y ya en mar abierto, a lo lejos, se divisa Gran Canaria, donde hay que hacer trasbordo de ferry (cambio de muelles) que se facilita gracias al autobús de Armas.
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En Las Palmas, Gran Canaria, se montan muchos pasajeros, jóvenes casi todos, estudiantes universitarios que viven en una isla y estudian en otra.

Finalmente, tras más de 10 horas de viaje, llego a Santa Cruz, por la noche ya, y nuevamente comienzo a pedalear los 3 kilómetros que separan al muelle de mi habitación.

En la noche, ya antes de dormir, un recuento de mi viaje, imágenes de lo vivido, los volcanes de Lanzarote, las maravillosas instalaciones de los museos de César Manrique, los kilómetros recorridos, el esfuerzo... ¡Todo valió la pena!

Regreso a Venezuela

Pues apenas me quedan 3 días para mi regreso a Venezuela. Ya recuperado del esfuerzo, hago maletas, compras de última hora y en un sábado, a las 6.30 de la mañana voy en taxi al aeropuerto de Los Rodeos (a 17 Km de Santa Cruz) para el primer tramo del retorno.

A las 7 sale el vuelo, y tres horas después desembarcamos en el aeropuerto T4 de Madrid, una maravilla de modernidad y eficiencia. Una breve espera de unas horas, embarque en Iberia y 8 horas después del despelote de Maiquetia.

Fin del viaje, por ahora...

Día 2: de Órzola a Famara

Viernes, 15 de abril de 2010

Después de un estupenda noche de descanso en la pensión, salgo en la mañana a la calle en el pueblito de Órzola, situado en el punto más al norte de Lanzarote. El día está nublado, pero sin lluvia, fresco. Paseo un rato por los muelles mientras los pescadores preparan sus aparejos y una gran lancha de turistas se apresurara a montar a un grupo de extranjeros, alemanes en su mayoría, que van a un tour hasta la cercana isla de La Graciosa. Hay que señalar que, además de las siete islas principales (Tenerife, La Gomera, La Palma, El Hierro, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura), las Canarias también comprenden seis islas menores (Alegranaza, La Graciosa, Montaña Clara, Isla de Lobos, Roque del Este y Roque del Oeste) de las que los extranjeros poco conocen. De niño, mis tios solían recitarme todas las islas, de manera que se grabara en la memoria infantil el recuento de todas las islas e islotes.

Después de un buen desayuno, un vistazo al periódico local, recoger los bártulos, ... y a pedalear.

La carretera bordea una costa agreste, árida, llena de piedra y "mal país"
(así llaman en Canarias a la escoria volcánica).


Para visualizar las fotos ampliadas, haga click sobre la imagen.

Arranco poco a poco, disfrutando del paisaje y del fresco de la mañana. La carretera que he escogido, hacia el sur, va bordeando el mar, con costas llenas de rocas volcánicas, nada amistosas, más bien agresivas.  Mientras observo el paisaje, el mar, pienso que el oficio de pedalear requiere esfuerzo y gran concentración pues hay que estar atento a los ruidos de autos y camiones que se aproximan. El peligro siempre está cerca, no se puede uno descuidar ni un segundo, pues puede ser el final del viaje.

Miro a mi alrededor, paro a tomar algunas fotos y me maravilla que la naturaleza pueda surgir, vivir, aferrarse a la vida en este paisaje tan inhóspito. Me impresiona que las plantas tengan ese deseo "de vivir", de llenar un espacio, tal vez de cumplir un papel.

A pesar de la aridez, muchas plantas reverdecen.

La carretera hacia Arrieta, árida pero con plantas que se aferran a la vida

Así, mirando el paisaje, con cuidado, llego a Arrieta, donde estuve el día anterior. Un breve descanso, después de estos primeros 12 kilómetros, y sigo hacia el sur. El objetivo, llegar a buena hora al que fuera hogar de Cesar Manrique, en el Taro de Tahiche, cerca de la población de Teguise. Así que sigo adelante, una subida muy larga, recorrida el día anterior pero a la inversa, con montañas muy erosionadas en ambos lados de la carretera.

Hay poca agricultura en esta zona, tal vez por ser muy árida. Finalmente,  después de recorrer unos 20 kilómetros más, llego a mi destino, la magnífica construcción donde hoy está la sede de la Fundación César Manrique, el gran artista de Lanzarote. Recorro los jardines, salas de exposición, la extraordinaria puesta en escena de este lugar donde lo natural, la lava volcánica, se mezcla con el diseño único y original de Manrique.



La entrada a la Fundación César Manrique, espacio que fuera su casa en vida.

Después de este banquete de los sentidos, un buen almuerzo, reponer las fuerzas y de nuevo a la carretera para llegar al destino del día, la caleta de playa Famara, lugar donde los surfistas de toda la isla se reúnen gracias a las condiciones especiales de sus olas. Y claro, me guía el ánimo, y es en lo que pienso mientras me aproximo, de mi hijo Miguel Angel, que estuvo participando en este lugar, hace ya diez años, en una competencia internacional de surf. Con algún esfuerzo, subo hasta Teguise, unas cuestas fáciles y de ahí en adelante, hasta Famara, todo es bajada y un paisaje con muy poca vegetación, lomas pequeñas muy erosionadas. El fresco de la tarde me da en la cara, me aproximo poco a poco y a lo lejos se ven los acantilados, hacia el noreste, que ayer había visto por el lado opuesto.
La gran bajada hacia la Caleta de Famara. Al fondo, los riscos que le dan esa vista tan magnífica.

Alrededor de las cinco de la tarde llego a la Caleta de Famara, un pueblito muy sencillo, limpio, muy blanco, con apenas dos calles, algunos restaurantes y pensiones y varias tiendas para alquiler de tablas y accesorios de surf. Después de dar un par de vueltas, selecciono un restaurant donde me preparar una excelente cena de pescado, buen vino blanco de Lanzarote y ya, con la barriga llena, casi de noche, salgo a buscar un alojamiento que encuentro en 5 minutos.

Buscar donde dormir es una de las tareas que a muchas personas les inquieta, les preocupa. La incertidumbre, para muchos, es inaceptable. La verdad, hasta ahora nunca he dejado de encontrar buenos lugares, pero hay que buscar, preguntar, hablar con la gente y de repente te dicen "si, en la casa de la señora fulana hay habitaciones..." o algo parecido. Nunca he dejado de conseguir alojamiento, en ninguno de mis muchos viajes por el mundo.

Por la noche pienso en las aventuras que también tendría mi hijo, Miguel Angel, en sus vivencias del surf, que estuvo en estos mismos lugares en 2001. Quien iba a pensar que, diez años después, su padre estaría recorriendo estos parajes, pero en bicicleta...

Algunos lectores me han comentado que debería ofrecer en mis relatos una visión interna de las vivencias: mis penamiento, sensaciones, recuerdos... Tal vez lo más resaltante, lo que siempre tengo en mente es mi buena suerte y mi ánimo en poder realizar este viaje, disponer del tiempo a mi aire, tener los recursos y la fuerza física para hacerlo, a pesar de mi edad. Sentir que la juventud es, ciertamente, un período corto de la vida pero que, más que un asunto de edad, es un asunto de actitud mental, que es lo que nunca nos debe abandonar, aunque no se sea ya tan joven: el espíritu de buscar, no se sabe que cosa; la experiencia de no saber que se va a encontrar en el siguiente recodo de la carrtera; la incertidumbre como estilo de vida; no saber donde se dormirá esta noche; ni donde comeré o con que personas o paisajes me toparé. Esa es la cuestión: la incertidumbre como estilo de vida, en contra de los viajes pleaneados al 100%, donde se sabe todo de antemano, donde no hay imprevistos, donde, la verdad, no hay emoción. Ese estilo de vida, al azar, me encandila, me alimenta, me nutre y me da vida.

Es tal vez por esa razón por la que he escogido este viaje. Un no rotundo a la rutina, al hacer y reahacer diariamente las mismas cosas, saludar a la misma gente, ir por los mismos lugares, no sentir nada nuevo que te de aliento y vida. Esa es mi reflexión, que comparto ahora con el amigo que me lee...

Por la noche, un paseo por la playa, con un cielo clarísimo y estrellado, que me recuerda que nuestro paso por este planeta es ilusorio, breve, pasajero y que tendrá, algún día, su fin. Y me pregunto como, día a día y año a año, los seres humanos aceptamos esas rutinas diarias que más que vivir son un morir en vida. Con razón hay ciclistas de largo aliento que cuando regresan a sus lugares de origen ya no pueden vivir una vida normal, como la que tuvieron antes de lanzarse a lo desconocido.

Les agrego un album con algunas de las fotos que hice por el camino.





Buenas noches y hasta mañana...

Continuará... También puede visualizar las fotos en la siguiente galería
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Vuelta a Lanzarote

Plano de la isla de Lanzarote

Jueves, 14 de abril de 2011

Después de una larga (e incómoda) noche, el ferry llega al puerto de Arrecife, capital de Lanzarote. Suenan las sirenas, se activa el movimiento del barco y medio dormido salgo del ferry  con la bicicleta. El reloj me indica que son las 6:30 de la mañana. Es muy temprano y excepto por las luces del muelle, todo está oscuro. Voy caminando, mientras veo alejarse los autos y camiones que vienen en el ferry, sin saber que rumbo tomar. Un cartel en la carretera señala hacia Arrecife y por ahí me voy, caminando, con cuidado de no caerme en la cuneta. Ya, a simple vista, está claro que Lanzarote no es una isla muy desarrollada, pues el pavimento de la carretera y la escasa señalización me indican que el lugar no es nada moderno. Unos 15 minutos después, llego a una estación de gasolina, bien alumbrada y veo a obreros -probablemente trabajadores del puerto- desayunando y hablando alto, como suele hablar la gente de campo, riendo, gritando. Me uno al grupo, hablo con algunos, les explico sobre mi viaje por las islas, y me tomo un gran desayuno. Entretanto, las primeras luces del día van apareciendo en el horizonte y poco a poco veo el paisaje que nos rodea: a lo lejos, Arrecife. Al otro lado, montañas de lomas suaves.

Tan pronto me es posible, pues el amanecer en esta parte del mundo es muy lento (esto contrasta con los crepúsculos repentinos en Venezuela, en el trópico) y tarda mucho en hacerse de día. Y después de oir los consejos de la gente, me lanzo carretera adelante. Al rato llego a Costa Teguise, un lugar muy turísitico, con muchísimas casitas, pequeños hoteles, tiendas, malecones. Tomo la vía más cercana a la playa y allí me paro a tomarle algunas fotos a este amanecer que no termina de aclarar. Entretanto, el pueblo duerme y se ven escasas personas cominando por los malecones, haciendo ejercicio, paseando en bicicleta. Todavía, para la mayoría, es tiempo de dormir...

Amanecer en Costa Teguise, Lanzarote.






Nota: para ver cualquier foto ampliada, haga click sobre la imagen.

Después de un bello paseo, me alejo de Costa Teguise y me dirijo a la carretera principal que va hacia el norte de la isla. El paisaje va cambiando, las montañas redondeadas, muy distintas de las de las otras islas, se van presentando de lado y lado de la carretera.

Montañas redondeadas por millones de años de erosión.


Después de unas horas de pedal, llego a una tienda de abasto en la carretera, cercano al pueblito de Arrieta, donde descanso un rato, compro fruta y agua (y el periódico El País -que suerte, para leerlo en la noche) y sigo un rato por el pueblo, almuerzo y descubro una playita maravillosa donde me doy un buen baño y duermo una breve siesta.

La playita de Anchieta, un bello rincón de Lanzarote.

Tras el descanso, sigo hacia un lugar que todos  me han recomendado: los Jameos del Agua. Este es un espaciodesarrollado por el arquitecto y artista de Lanzarote, César Manrique, utilizando túneles naturales en la lava, una de las maravillas que se pueden ver en esta isla.

Uno de los muchos ambientes de los Jameos del Agua,
desarrollado por el arquitecto y artista César Manrique


Después de este banquete para la vista y el espíritu (vean más fotos en el album al final del relato) continúo hacia mi siguiente meta, que es el mirador del Rio, un pico a unos 470 m sobre el nivel del mar, desde donde espero ver la isla La Graciosa, situada al norte de Lanzarote. Este mirador también fue diseñado por César Manrique.

La subida es larga y dificil, no tanto por la inclinación sino por el fuerte viento del norte, que a ratos me obliga a subir algunos tramos a pie. Poco a poco voy ascendiendo y al final mi premio: una vista maravillosa de La Graciosa, al atardecer, desde este mirador.

Isla La Graciosa, al aterdecer, desde el mirador del Rio


En vista de que el día se me acaba, debo buscar un alojamiento. En el pueblito de Ye, nada. En la cabaña rural, nada, todo lleno. Pero la providencia siempre ayuda, así es que una camarera en un café hace contacto con una amiga que tiene una pensión en Órzola, en el punto más al norte de la isla, y sin perder tiempo bajo, a toda máquina, en 20 minutos, la altura que me tomó tres horas para subir.

Costa oeste de Lanzarote, desde el mirador del Rio

Y depués de una buena cena, a dormir y a soñar con las imágenes del día: Arrecife, Costa Teguise, Arrieta, Los Jameos, Rio...

Y finalmente, les he preparado un album con algunas de las mejores fotos del trayecto de hoy. Espero las disfruten...

Continuará...






Hacia Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura




Lunes 11 de abril de 2011
Después de muchas dudas debido al mal tiempo, decido por fin arrancarme en dirección a Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura. Estas dos últimas son islas bastante planas, sin los grandes desniveles de La Gomera o Tenerife y, desde el punto de vista del ciclismo, serán más fáciles de recorrer. He estado esperando por este viaje algunas semanas porque el tiempo es lluvioso y frio pero parece que ya mejoró. Así es que me animo, preparo mis "petates" y me levanto temprano este lunes para llegar pedaleando al ferry, a las 7:30 am, hora en que empieza a amanecer en Santa Cruz.

El ferry de Armas que me llevará, cuando amanece el día.
Con un viento fresco, con el aroma del salitre del mar, con buen tiempo, salimos de puerto.

Tenerife se va desvaneciendo en la lejanía. El ferry apenas se mueve y mis temores de marearme (padezco de este mal desde muy pequeño) se desvanecen (gracias también a media pastilla de Biodramina).



Para ver las imágenes ampliadas haga click sobre cualquier foto

Casi sin darme cuenta son las 10 y Las Palmas de Gran Canaria aperecen en el horizonte. La silueta de la ciudad se deja ver, se va haciendo cada vez más grande y más clara.
La silueta de Las Palmas, en el horizonte


Poco a poco nos acercamos; los marineros se apresuran a hacer sus maniobras y los altavoces anuncian el inicio del desembarco "para los que tienen vehículos" (las bicicletas también son vehículos...). Bajo al nivel inferior, busco por todos lados y por fin encuentro mi "vehículo", muy bien amarrado por los marineros. Y sin más, salgo, y empiezo a pedalear sin saber para donde ir.


Llevo un plano de la ciudad que imprimí el día anterior, de Google Maps (¡Dios te bendiga, Google, por facilitarnos la vida...!) y en un rato salgo del área de muelles y estoy metido en el intenso tráfico de Las Palmas -y perdido, claro. Pero resulta que "perderse" en un lugar desconocido es divertido porque descubres calles, plazas, iglesias y lugares que jamás hubieras soñado en visitar. Voy por aquí y por allá y al cabo de un rato, curiosando, llego a mi destino: el edificio del Cabildo de Las Palmas. Alli voy a encontrarme con un viejo amigo venezolano (Francisco Palma), músico popular, que vive en esta ciudad, desde hace unos años, en la parte antigua y bohemia (La Vegueta).

Francisco Palma, al otro lado de la calle, espera.

Nos miramos y saludamos a lo lejos con grandes gestos (¡epa, chamo, como está la vaina!) en las aceras opuestas de un semáforo que tarda una eternidad en cambiar a verde y tras los abrazos y saludos de rigor, nos sentamos a tomar una copa del mejor vino de Lanzarote, compartir historias, echar cuentos de otros tiempos, ponernos al día en los últimos chismes, etc., etc.

El bisabuelo Gabriel Megias Santana
Después de un sencillo pero sabroso almuerzo, me retiro a mi hotel, donde he sido invitado por mis parientes (Andrés Megias Pombo) de Las Palmas que tienen gran curiosidad por conocer mejor a este excéntrico profesor hippie del siglo XXI, que ha venido de las Américas a darle la vuelta a las siete islas en bicicleta y con quien comparte un bisabuelo común (Gabriel Megias Santana, Q.P.D.). Por cierto, El bisabuelo Gabriel fue un hombre emprendedor que fundó, a finales del siglo XIX, una empresa fabricante de chocolates y pastas, (La Isleña), que hoy en día todavía funciona. y con gran éxito. Y sus productos, en especial las pastas, gozan de un gran prestigio en todas las islas del archipiélago. ¡Mis saludos al bisabuelo!

Por la noche, el primo Andrés me viene a buscar para cenar con "las primas y otros parientes". La cena, en un magnífico restaurant de Las Palmas, es todo un acontecimiento. Esta familia Megias, que acaba de conocerme, me recibe con mucho afecto y gran curiosidad . Entre copas y buena comida transcurre una velada inolvidable donde todos quieren saber de mi vida, viajes, aventuras, vivencias... En fin, una cena que nunca olvidaré y que comparto ahora con mis amables lectores, y con los Megias de Las Palmas, que seguramente también leerán el blog. También aquí, tal parece, tengo raíces familiares, tal como me ocurrió en La Gomera con los Ascanio.

Martes 12 de abril 2011


Después de una buena noche de descanso y un mejor desayuno, me encuentro con Andrés que me lleva a conocer la fábrica de pastas La Isleña, situada a unos 10 Km de Las Palmas, en  Arucas, un pueblito antiguo muy simpático, con calles estrechas, de adoquines, casas viejas bien conservadas y ese sabor a colonial, tan típico de las islas Canarias.

La fábrica, por fuera, luce como un edificio normal pero por dentro está lleno de maquinarias, cintas transportadoras, bombas, tableros, todo muy moderno y con nombres italianos (que son los que saben de pastas, claro). El gerente de la fábrica es un señor muy amable (Lolo) que me muestra como se producen las pastas, desde que entra la semolina hasta que salen los spaghetti, macarones y fideos ya envasados . ¡Una maravilla de fábrica, limpia y bien organizada!

Un trabajador revisa, con orgullo,
una tableta de chocolate La Isleña

En todas partes veo los trabajadores muy dedicados a sus tareas y aplicados, pues para ellos la fábrica lo es todo. Muchos obreros han entrado a laborar desde muy jóvenes y han dedicado su vida al arte de hacer pasta, buena pasta, por muchos años. Les noto un gran orgullo, cuando me presentan los envoltorios del producto terminado, listo para el consumo. Amor por su trabajo, satisfacción en lo que hacen: es una de las razones por las que las pastas La Isleña, durante más de un siglo, han sido las preferidas de la población (ojo: esto parece una cuña, pero es la pura verdad...).

Pero si sienten orgullo por algo es por la fabricación de los chocolates (exquisitos, los pruebo en cada etapa), que fueron, en 1901, motivo de la adopción por la reina  María Cristina de Austria (Regente de España para la época), como "proveedores de la Casa Real española". Como anecdota, les cuento que les regalé una tableta del más exquisito chocolate venezolano, El Rey, que había traído desde Valencia como regalos para mis familiares y amigos y que ahora me sirven para esta importante ocasión. ¡Ya me dirán si les gustó...!

Termino la visita con un excelente almuerzo (el mejor pescado que he comido en años) y mejor vino de Lanzarote, regresando al hotel para un breve descanso. Y en la tarde (oscurece a las 8 pm) concluyo con un gran paseo por la zona colonial de Las Palmas (la Vegueta), acompañado del amigo Palma. La ciudad antigua, con sus calles estrechas, casas antiguas, muy bien conservadas y sus bulevares  modernos con numerosas terrazas para tomar un café o copas, disfrutar del buen clima, ver los numerosos transeuntes, muchos de ellos extranjeros, y, en fin, disfrutar sin prisas, de un ambiente grato, tranquilo y variado.

Al fin del día, kilómetros en bicicleta: CERO. El día se me fue en puros paseos,  caminando... ¡Bueno, eso también vale!

Miércoles 13 de abril 2011 - Recorrido de la isla en automovil


Nuevamente, después de un buen desayuno, me recoje en el hotel, esta vez es el primo Jaime Megias, para "darme una vuelta por Gran Canaria". Bueno, la vuelta se convierte, literalmente, en una vuelta a toda la isla.

En azul, el recorrido por la isla de Gran Canaria.
Vamos subiendo hasta la montaña más alta, con una vista espléndida del Teide, pasando por paisajes bellísimos, hasta llegar al sur, que es la zona más turística, para después regresar, por la costa, a Las Palmas. Ya por la tarde, tras un largo día lleno de gratos recuerdos, me despido de Jaime, que ha sido un guía superamable con este primo que le cayó del cielo, y voy a descansar un rato al hotel.

Les incluyo un álbum con algunas de las fotos que tomé por el camino.



Y por la noche, a las 10 pm, preparo mis equipajes, me despido del personal del hotel, que me han tomado un gran aprecio, me monto en mi bici en una noche clara y fresca y me voy, pedaleando si, esta vez, por una magnífica vía que bordea el mar (unos 8 Km), hasta el muelle del ferry. Y las 11, salgo rumbo a Lanzarote (un viaje de 7 horas). Poco a poco me quedo dormido, soñando con las experiencias de estos últimos tres días, con los amables parientes, la fábrica del bisabuelo Gabriel...

Continuará en Lanzarote...

Viaje a la isla La Gomera - De Vallehermoso a San Sebastián

Jueves 24 de marzo de 2010.

La salida desde Vallehermoso hacia el ferry, en San Sebastián (unos 42 Km) comienza en la mañana, después de un buen desayuno (café con leche, pan y tortilla española de papas).

Después, le doy una breve visita a la playa, a 3 Km de Vallehermoso, un lugar muy peligroso donde la mar se vuelca violentamente contra el acantilado, formando nubes de espuma y retumbando cada vez que las olas chocan contra la costa. Lamentablemente, esa playa trae malos recuerdos pues allí se ahogó un tío materno hace ya muchos años.

Al llegar, veo, con tristeza, que no queda casi nada del lugar que conocí y donde pasé maravillosos veranos. Todo ha desaparecido, para ser reemplazado por una piscina mal diseñada y una mole de piedra y cemento: hasta aquí ha llegado la "civilización" inculta...Todo ha desaparecido: algunas casas devoradas por el violento mar, otras destruidas por el avance de los tiempos. El antiguo "pescante" (este era una especie de grúa-muelle por donde se cargaba y descargaban las mercancías en tiempos cuando no había -y todavía no hay- un muelle para los barcos) está destruido, solo quedan piedras y escombros.

La Cueva de las Palomas, retumba con el choque de las olas.
Las partículas de agua tienen el efecto de un arco iris permanente.


Las antiguas casitas fueron reemplazadas por estos mamotretos de piedra y cemento. ¡Que pena!


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Sólo queda la antigua casa de la tía Alicia, ahora convertida en ruinas...

Solo ruinas quedan de las antiguas casas (la de la tía Alicia, aún de pié)

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En el regreso hacia el pueblo, se nos presenta esta bella estampa, una vista del Roque Cano desde la carretera de la playa.

El Roque Cano, visto desde la carretera de la playa

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Finalmente, llego de nuevo al pueblo. La subida que me espera, hasta la cumbre que bordea la isla, es muy fuerte de manera que monto la bici en un taxi (12 euros) que me lleva a la carretera que bordea el Parque Nacional Garajonay, lugar único en el mundo por su flora (laurisilva) nativa.

Tras un breve descanso tomo unas fotos y empiezo a pedalear. A San Sebastián me quedan 36 Km de carretera bastante plana. Se presenta un buen día para pedalear.


Atrás queda Vallehermoso, adelante San Sebastián (36 Km)


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La carretera, estrecha, con muchas curvas, subidas y bajadas suaves, se desliza a lo largo del Parque Nacional Garajonay, con sus variadas plantas de laurisilva, a muy buena temperatura. Este bosque es único en el mundo y provee a diario un rocío que le da vida y fertilidad a la isla. El parque ha sido nombrado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Al cabo de un (buen) rato, un poco cansado, llego al parador de turismo (Laguna Grande), desde donde hay excursiones a pié para llegar hasta el pico del Garajonay. Según la leyenda popular, Gara era una princesa gomera y Jonay el hijo de un mencey (rey) de Tenerife que se enamoraron y debido a la objeción de los padres, Jonay cruzó a nado desde Tenerife, se encontraron, se amaron y por último se lanzaron al vacío desde el punto mas alto de la isla, que es el actual monte bautizado con sus nombres: el Garajonay...

El parque recibe al visitante con información detallada

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Las veredas de helechos y laurisilvas forman una alfombra de verdes intensos, de una gran belleza. El bosque parece un lugar mágico, encantado, lleno de misterios y de un esplendor que rara vez se puede ver en ningún otro lugar de la tierra. Me considero muy afortunado de haber podido respirar este aire, tan puro, de poder llevarme conmigo estas imágenes y de poder compartirlas con quien lea este blog.


Bosque de laurisilavas y helechos en el Parque Nacional Garajonay

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Tras un buen descanso y un excelente plato de potaje de berros (plato muy típico de La Gomera) en el parador de Laguna Grande, un buen vaso de vino tinto de la tierra, continúo el viaje. Pronto, en unos 3 Km más adelante, terminan las subidas y llego al punto más alto de la carretera. A partir de ahí, y hasta llegar a San Sebastián, la vía se va aclarando, vamos saliendo del bosque y se comienza a ver un espacio de barrancos inmensos, pasando al lado del Roque de Agando, una inmensa masa de lava que cayo en ese lugar hace millones de años, con precipicios inmensos. Las vistas, además del Roque, son alucinantes y ya cerca del final, llegando a San Sebastián hay que ir con mucho cuidado pues la bajada es muy fuerte y el viento viene a ratos muy fuerte, en ráfagas que te sacan de la carretera.

Al fondo se divisa el Teide, en la vecina isla de Tenerife. Un bellísimo espectáculo. Dicen los locales que el Teide existe para el deleite de las otras islas.

El Roque de Agando, en la bajada hacia San Sebastián

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Finalmente, llego al puerto de San Sebastián con tanta suerte, un minuto antes de la salida, que soy el último en abordar el ferry.

De San Sebastián debo decir que es el último lugar que visitó Colón antes de viajar a America. Aquí oró, aquí se surtió de comida y aquí, según dicen las malas lenguas, amó a Doña Isabel de Bobadilla, esposa del Conde de la Gomera, a quien Isabel, la reina Católica, había expulsado de la corte por sus coqueterías con Fernando, el rey Católico. Todo esto suena muy romántico, pues parece que la tal Isabel de Bobadilla era de cascos un poco sueltos...

Dos horas después, tras una hora en el mar y una hora en el bus, llego a Santa Cruz, cansado pero muy feliz de haber logrado esta vuelta a mi querida isla de La Gomera. Conmigo, para siempre, los maravillosos paisajes, la gente bondadosa y amable que he conocido, los olores de los aires frescos del monte, las andaduras por Cruz de Tierno; y atrás queda también el cansancio y las dificultades en las fuertes subidas, las interminables subidas y bajadas. Al llegar, todavía tengo que hacer un esfuerzo final, unos 2 Km, para llegar a la casa. Un rato después, un buen baño con agua caliente, una cena modesta pero sana (frutas y ensalada), y a dormir, a soñar con lo vivido.

Continuará... En las islas de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura.


Y ahora, le ofrezco un album con las mejores fotos del trayecto. ¡Que se diviertan!


7 islas en bicicleta -De Cruz de Tierno a Vallehermoso

Jueves 24 de marzo, 2011


El día en Cruz de Tierno (ver capítulos anteriores) amaneció con un sol espléndido. Después de desayunar en Roque Blanco, pasé todo el día paseando por las tierras heredadas de mi abuela, una colina de unos 30.000 m2, con vistas al mar y con paisajes magníficos en todas las direcciones. Las vistas del imponente Roque Cano, desde arriba, son impresionantes. También paseé por los caminos cercanos, en especial el que conduce a un lugar denominado "Los Zarzales", donde pasé muchos veranos de mi niñez, un lugar privilegiado por la naturaleza y actualmente propiedad de un señor alemán.

Estos paseos me traen a la memoria muchos recuerdos de mi niñez, de mis familiares ya fallecidos, de los tiempos felices en que correteaba por estos "andurriales" (palabra canaria que significa parajes o lugares con vegetación espesa), montándome en árboles, tirando piedras, ordeñando vacas, pastoreando cabras..., en fin, haciendo todas las cosas que los niños de mi época (década de 1940), podían hacer en un campo sin electricidad ni agua corriente -sólo velas y "quinqués" (especie de lámpara de keroseno o aceite) para alumbrar las cortas noches del verano.

Después de un buen almuerzo, preparo la bicicleta y, una vez más, me despido de todos los amigos y comienzo la jornada de pedaleo en dirección a Vallehermoso.

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El viaje es precioso. En todo momento el Roque Cano domina los espacios. Las vistas hacia la costa son también espectaculares.

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A medida que voy bajando, se van presentando diversos paisajes y después de una larga curva se puede visualizar el pueblito de Vallehermoso, lugar donde nació mi madre y sus hermanos, abuelos maternos y donde vivió mi familia desde hace más de 200 años (la familia Ascanio es una de las más antiguas de La Gomera).


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Al llegar al pueblo (que encuentro muy cambiado desde mi niñez), camino por sus estrechas y antiguas calles. Una de ellas, la que conduce a la playa lleva el nombre de mi tío (Guillermo Ascanio Moreno), hermano de mi madre, que fue un destacado miembro de la defensa de Madrid (comandante) durante los años de asedio del ejercito de Franco (1936-39).

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Muchas personas mayores con quienes hablo recuerdan a mi familia y los hechos de la época de Franco. Es una sensación muy extraña, llegar a un lugar donde se es recordado, donde las raices aún existen. Esta es parte de la tragedia de los emigrantes, que tenemos que rehacer nuestras vidas en tierras lejanas (en mi caso, en Venezuela), que aunque lo acojan como a un hijo más, siempre se sentirán un tanto extrajeros. El caso es que ahora también somos extranjeros en nuestra propia tierra, con raices, si, pero ya cortadas. Regresar al pasado produce una melancolía que debe ser reemplazada por este presente -presente que reemplaza todos los pasados ya inexistentes excepto en la memoria.

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Por la noche, consigo una pensión donde dormir y tras una breve cena sueño con esos tiempos en que, de niño y adolescente, viví en este lugar llamado Vallehermoso.





A continuación un álbum con fotos del día.



Continuará...

Viaje a la isla La Gomera

En este mapa están los principales puntos de este viaje: Hermigua, Agulo y Las Rosas-Cruz de Tierno



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Miércoles 23 de marzo, 2011


Después de un buen descanso, desayuno en el restaurant Molino de Gofio (de la pensión Los Telares) donde tienen un bufet estupendo, con buen cafe, leche, queso, fiambres, jugos, etc., etc., incluido en el precio.

Preparo de nuevo mis "aperos" y salgo en una mañana fresca, clara, rumbo a Agulo. Por el camino paro varios veces a tomar fotos de paisajes extraordinarios, como esta vista de la playa de Hermigua

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Continúo subiendo, una subida fuerte hasta llegar ya cerca de Agulo, con una vista de los "llanos" escalonados que son unas terrazas para el cultivo que los canarios han ido construyendo durante cientos de años. Este es un ejemplo mágnífico de los "llanos"


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Finalmente llego, con mucha emoción al pueblito de Agulo, donde nació y vivió mi padre a principios del siglo XX. Agulo se ha conservado estupendamente, con calles empedradas, casas antiguas muy bien conservadas, todo limpio y bonito, con muchas flores por todas partes.


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Después de un breve descanso en Agulo, me decido a continuar en un taxi, pues el tramo que debo recorrer hoy es muy fuerte, unas subidas muy empinadas en una carretera estrecha y peligrosa. La taxista (una dama muy simpática de Vallehermoso que habla inglés a la perfección) me acomoda en su "rubia" (así llaman aquí a los vehículos con 5 puertas) y llegamos, por 9 euros, a Cruz de tierno, a unos 600m sobre el nivel del mar.



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El espectáculo de este valle maravilloso no tiene igual. Casi parece un paraje bíblico, gracias a la abundancia de palmeras datileras. Paso el resto del día dando vueltas en la bici por todo el sector de Cruz de Tierno, tomando fotos, etc. y con tan buena suerte que me prestan una casa para quedarme esa noche, totalmente equipada hasta con TV con cable y bastantes mantas (hace un frio tremendo de 8 grados), cortesía de Dª Lorenza de Cabello, una buena amiga de la familia.

Esta es la casita que me prestó Dª Lorenza para pasar la noche

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Ya por la noche, descanso en el sofá de la casita, viendo mi programa favorito (TVE 24 horas), arropado hasta las narices, un frío de terror.

Y ahora algunas fotos tomadas en el día.




Continuará...